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Guía de Restaurantes Mandolina

Restaurante y Hotel Casa Lélyté

Restaurante y Hotel Casa Lélyté

Si usted busca una tarde relajada con amigos, recomendamos disfrutar la terraza de esta casa anclada en el corazón de Chapinero. Un espacio abierto y acogedor, que fusiona la comida vegetariana con la arquitectura en una mezcla armónica y sugerente. Los cocteles son una buena opción por su precio y presentación. Luego de pasar por las entradas, los fuertes con curry sientan bien hasta para los carnívoros entusiastas que quieran ampliar su espectro de sabores. 

Probamos uno de las propuestas de almuerzo ejecutivo entre semana en un día soleado y nos sorprendió la excelente presentación de los platos. El servicio atento y meticuloso promueve el regreso a este espacio, que hace sentir a los comensales como en casa. En el segundo piso del restaurante, funciona un hotel boutique, que gracias al esfuerzo de remodelación, se siente integrado al espacio sin generar interrupciones abruptas en el recorrido de la entrada hasta las mesas del fondo donde se extiende la terraza. En el medio del salón, un bar típico neoyorquino ofrece una carta variada de licores. 

Además de la propuesta innovadora en sabores, nos llamó la atención el recibimiento de las mascotas de otros comensales. Es un espacio pet friendly, equipado para recibir cordialmente a los acompañantes caninos.

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Doméstica

Doméstica

Aunque su especialidad de brunch y desayunos típicamente diseñados para el fin de semana es la insignia de este conmovedor espacio, nuestra visita se hizo entre semana. Parece que hay tumulto los sábados y domingos, sin duda sinónimo de la calidad de su comida. Parece que el servicio puede mejorar esos días, basta con tener tiempo para disfrutar de una propuesta que recrea la sensación de estar en una casa de familia. El ambiente acogedor y típico de una casona bogotana, abre sus puertas y su patio trasero para ofrecer comida saludable con opciones veganas, vegetarianas y macrobióticas muy variadas. 

La invitación a pasar la mañana de trabajo en esta época de tele-reuniones funciona perfectamente en este jardín que depende del clima del altiplano. Creemos que el servicio puede mejorar, especialmente en los momentos más concurridos. Sin embargo, la experiencia se hace agradable cuando no hay afán, ni compromisos posteriores; o cuando la intención de disfrutar del ambiente sobrepasa la necesidad de velocidad para comer. Propondríamos extender el servicio más allá de las 5:00 p.m. Compartimos con gusto e menú del día entre dos comensales y pasamos una excelente tarde de tele-trabajo acompañados de café y buenas migas.

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Elektra Punk and Food

Elektra Punk and Food

El contraste de una propuesta estética urbana y cargada de simbolismo punk, se mezcla con sabores típicamente bogotanos en las mejores empanadas del sector de la zona financiera. La visión de food truck combinada con ingredientes frescos y saludables, da como resultado un interesante y refrescante espacio para pedirlas como entrada antes de comer un buen hot dog al estilo americano. 

Para terminar el almuerzo, probamos las malteadas y nos llevamos una grata sorpresa. La de vainilla es balanceada y no redunda el extremo dulce de otros lugares de comida callejera. 

Elektra Punk & Food está abierto de domingo a domingo y en su página web comparte las recetas de sus platos insignia para que los comensales arriesgados repliquen sus sabores en casa.

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Huun Bogotá

Huun Bogotá

Recomendado el Carpaccio de Sandía.
Bien logradas las preparaciones con pato.
Extensa carta de vinos.

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Mini-Mal

Mini-Mal

Conocimos Minimal desde que se instaló en una esquina pintoresca del barrio Chapinero frente a un parque, inaugurando tal vez la saga de buenos restaurantes en la zona que hasta entonces era más conocida por los habitantes del barrio que por visitantes externos. Con una propuesta coherente, auténtica y fiel a sus principios, continúa recibiendo comensales de vieja data y nuevos visitantes que han oído hablar de su cocina ya como un referente capitalino. 

La última tarde de viernes que estuvimos en su nueva sede (muy cerca a la inaugural) nos recomendaron la pesca del día. Aceptamos la invitación y brindamos con cerveza de barril antes de la entrada. Llegaron las empanadas de Camarón y las de Morrillo y Tucupí. Una mezcla atrevida de sabores que respeta la tradición campesina de los Montes de María de donde viene la receta del amasijo de maíz que las cubre. Buen sabor y excelente presentación. La pesca del día estuvo servida en su punto al igual que la ensalada campesina. Una mezcla cuidadosa de vegetales asados, queso campesino y salsa picante. 

Recomendamos la carta de postres, llena de sorpresas en cada preparación. 

Muy acorde al autoproclamado espíritu del restaurante, este “laboratorio cultural” es un ícono del circuito gastronómico nacional.

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La Monferrina

La Monferrina

Nos sentimos visitando una típica ostería en el corazón de Italia. Desde la entrada, la decoración recuerda una casona típica en cualquier pueblo europeo. El ambiente invita a tomarse una copa de chianti rosso de la amplia selección de vinos de la carta. Pasamos a las entradas con unos calamares apanados, que llegaron en su punto, crocantes y de buen sabor, acompañados acorde a la usanza mediterránea con una salsa gruesa de tomate, también conocida como passata di pomodoro. 

La selección de pasta fresca es generosa y cubre todas las variedades en forma y sabor al pie de la letra. Probamos los ravioli frescos de ricotta y espinaca. Aunque la porción es justa en tamaño, seguimos con una tagliatta para compartir. La carne estaba en su punto y había sido condimentada con sal gruesa de manera que cada bocado tenía cristales en su justa proporción. 

Es difícil conseguir una mesa los fines de semana, por lo que recomendamos hacer reserva con anterioridad. Vale la pena visitar la Monferrina con tiempo y pasar por todos los momentos que propone la carta. En esta ocasión no llegamos hasta el postre, por lo que volveremos pronto. 

Vale la pena planear la visita y usar uno de los servicios de parqueo cubierto aledaños al Museo Nacional, a la Plaza de la Santa María o del Planetario Distrital sobre la calle 28, porque el estacionamiento en la calle de al frente del restaurante no es recomendable.

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Tolú Restaurante

Tolú Restaurante

Un fin de semana típico de la Plaza de la Perseverancia tiene como protagonista al plato insignia de la Capital colombiana. El ajiaco es y ha sido objeto de veneración para toda la industria gastronómica. Y este es el templo que lo glorifica. Acá no hay manteles, ni mucho espacio. Sin embargo, los comensales disfrutan como en cualquier otro restaurante. Todo gira en torno al fogón, a las manos diligentes de las cocineras que madrugaron a conseguir los retoños frescos de tallos y guascas, las tres variedades de papa y la mazorca en tusa.

Pedimos de entrada un chicharrón acompañado con patacones y yuca hervida. El ají es delicioso, aunque tuvimos que pedir más fuego para el nivel de picante deseado. Aumentaron la cantidad de chichi-perro directamente en el recipiente, lo que hizo que el picante se sintiera como queríamos. Nos acompañaron unas cervezas frías, directamente de la botella, antes del esperado plato insignia.

El ajiaco estaba en su punto. Nos gusta más espeso que de costumbre, por lo que pedimos un poco de “recado” lo que hizo que llegara a la consistencia deseada.

Si van a ir un fin de semana, es mejor madrugarle al plan. Las filas pueden ser tediosas y encontrar una silla disponible es difícil.

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El Pantera Taquería

El Pantera Taquería

La primera réplica de los comedores mexicanos en Bogotá estuvo a cargo del Pantera. Una sede que emulaba las tiendas callejeras de la ciudad azteca y que traía los sabores auténticos del taco-taco. Hoy visitamos la sede de la calle 77, ya con un ambiente más bogotano, sin perder su esencia.

Todos los tacos con costra están bien presentados, especialmente el de chapulines en temporada. Probamos los esquites y las tortas de birria y nos quedamos siempre con los clásicos a pesar del bien logrado esfuerzo por traer nuevos productos a la mesa.

Los precios justos y acordes al servicio nos tendrán siempre  volviendo a visitarlos. Una tarde de micheladas y totopos para entrar en el mood y terminar con el servicio de tres costras variadas, puede ser el balance ideal para el Pantera.

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